Antes de poner en alquiler una casa o un piso es importante analizar su estado para ver los aspectos que se deben mejorar. Una vivienda atrae a los posibles inquilinos principalmente por su aspecto, razón por la cual hay que destacar sus aspectos positivos e intentar arreglar o disimular los negativos. Te damos algunos consejos para ponerla a punto.
Repara pequeños desperfectos
El primer paso para arreglar una casa es reparar los pequeños desperfectos que pueda tener. Conviene revisar grifos, bombillas, persianas, cortinas, electrodomésticos, ventanas… asegurándose de que funcionan y están en óptimo estado. En el caso de que algún aparato esté estropeado y no tenga arreglo habrá que sustituirlo por uno nuevo, ya que de todas formas habría que hacerlo una vez que el inquilino se instale.
Asimismo, hay que cubrir los desperfectos que puedan tener las paredes y suelos. Por ejemplo, si las paredes tienen agujeros hay que taparlos con masilla. En caso de que estén muy sucias o descoloridas no está de más darles una capa de pintura, mejor si es en tonos neutros para multiplicar la luminosidad.
La limpieza y el orden son imprescindibles
Una vivienda sucia genera desconfianza y provoca un impacto muy negativo en el posible arrendatario. Por tanto, es muy importante limpiar a fondo toda la casa (incluso el interior de los muebles) para que destaquen los aspectos positivos de la misma. Hay que prestar especial atención a la limpieza del baño y la cocina, pues son estancias en las que la higiene es un aspecto muy importante. La limpieza incluye la puesta a punto de las ventanas y de las cortinas y otros textiles, que no pueden estar llenos de polvo. Si la vivienda permanece muchos meses sin alquilar, habrá que limpiarla periódicamente.
Por otro lado, una casa ordenada siempre parece más grande, por lo que es importante organizarla antes de recibir la visita de los posibles inquilinos. Esto incluye el interior de los armarios y cajones, ya que es probable que los visitantes quieran abrirlos para ver cómo son de grandes. Los muebles o accesorios que no sean necesarios hay que quitarlos para que la vivienda se vea más amplia. En cada habitación hay que dejar los elementos imprescindibles para vivir (p.ej. cama, armario, mesa y cómoda en un dormitorio).
En caso de que enseñes la casa cuando todavía estás viviendo en ella, quita de la vista los artículos personales de baño, los medicamentos y la ropa interior. Retira si es posible los elementos que no vayan a entrar en el alquiler.
Acierta con la decoración
Si la casa se va a alquilar amueblada, hay que seleccionar un mobiliario neutro con líneas sencillas y colores claros, ya que éstos transmiten mayor luminosidad y amplitud. Para potenciar esta sensación hay que mostrar la casa con las persianas subidas para que entre luz o colocar estratégicamente lámparas si es de noche.
A la hora de enseñar la vivienda se deben quitar todos los objetos personales (fotografías, recuerdos familiares…). La decoración neutra permite al inquilino imaginar de qué manera podría adaptar a su gusto la casa. Para que la impersonalidad de la decoración no elimine la sensación hogareña se pueden añadir algunos elementos decorativos como plantas, velas o fragancias agradables. Si la casa tiene exteriores hay que adecentarlos, limpiando bien el suelo y colocando plantas y flores para que quede más bonito.
Ponte en el lugar de los posibles inquilinos
A la hora de preparar la vivienda es importante ponerse en el lugar de los inquilinos y pensar qué cosas te gustaría ver en ella: estanterías para colocar libros, armarios grandes para almacenar la ropa, una cocina bien equipada… Estos elementos pueden ser decisivos para los visitantes.