Tener una alfombra en casa, especialmente durante los meses de invierno, resulta muy agradable. Las alfombras dan calidez a las habitaciones, quitando frialdad al suelo y permitiendo andar descalzos por casa. Además delimitan zonas, lo que es ideal en grandes habitaciones donde conviven diferentes espacios: sala de estar, cocina, comedor… Si bien habitualmente se colocan en salones y dormitorios, hoy en día la variedad de materiales permite colocarlos en lugares más originales como la cocina.
Si están pensando en incluir una alfombra en la decoración de tu hogar, no te pierdas estas recomendaciones.
Material de la alfombra
Las alfombras pueden fabricarse en diferentes tejidos: algodón, fibras naturales, materiales sintéticos… Elegir uno u otro dependerá de la estancia en la que se quiera colocar y el uso que se le vaya a dar.
- Alfombras de lana: son fáciles de limpiar, sus colores no se deterioran, son suaves, aíslan acústica y térmicamente y duran mucho. Son apropiadas para zonas de mucho tránsito como el salón o la entrada.
- Alfombras de fibras naturales (sisal, yute…): también duran mucho pero son más económicas que las de lana. Eso sí, hay que tener cuidado de no mojarlas, porque se estropean. Son apropiadas para espacios rústicos, aunque combinan con todo tipo de estilos decorativos.
- Alfombras de fibras sintéticas como polipropileno, acrílico, viscosa o poliéster. Resultan muy económicas y se adaptan a múltiples ambientes.
- Alfombras de algodón: son frescas, por lo que se recomienda su uso para los meses de verano.
- Alfombras de seda: son sinónimo de elegancia y lujo, ideales para salones.
- Alfombras de PVC, polietileno o vinilo: resisten a las manchas y la humedad, por lo que son ideales para la cocina o incluso zonas de exterior. Están disponibles en multitud de colores y estampados.
Tamaño y forma
Antes de seleccionar el tamaño de la alfombra, hay que tener claro dónde queremos colocarla y cuánto espacio queremos que ocupe. Para ello se debe medir el espacio y restarle unos centímetros a cada lado para que no quede pegada a las paredes. Una forma de averiguar las medidas de la alfombra es siluetear en el suelo con cinta de carrocero el espacio que queremos que ocupe y después medir la silueta con un metro.
Para un salón lo más adecuado es que la alfombra quede bajo los sofás y butacas aunque sea unos centímetros, ya que así delimitará bien la zona de estar y se evitarán los tropiezos. En un comedor, la alfombra tiene que ser lo suficientemente grande para que quepan sobre ella la mesa y todas las sillas. Sin embargo, en una habitación no es necesario poner una gran alfombra, sino que bastará con colocar una pequeña a los pies o los lados de la cama, siempre con parte del tejido bajo las patas.
Con respecto a la forma, se suelen seleccionar las alfombras rectangulares porque son las que se adaptan a cualquier habitación, aunque las redondas aportan un toque muy original.
Color y diseño de la alfombra
Lo mejor a la hora de seleccionar el color de la alfombra es buscar el contraste con otros elementos de la habitación. Si el suelo y las paredes son oscuras es mejor elegir tonos claros y cálidos para iluminar el espacio, mientras que si las paredes son claras se puede jugar más con los colores y buscar diseños atrevidos. Cuando los espacios son pequeños, es recomendable elegir colores claros para los textiles, ya que los oscuros hacen que las habitaciones parezcan de menor tamaño.
En cuanto al diseño, su elección dependerá del toque que se le quiera dar a la estancia. Hoy en día existen colores y estampados de toda clase que se adaptan a cualquier estilo:
- Las alfombras lisas y coloridas dan vida a la estancia, especialmente en habitaciones de estilo minimalista y muebles claros y de líneas rectas.
- Para amantes del estilo zen, hay diseños orientales.
- Para decoraciones bohemias, lo mejor son las alfombras con llamativos estampados y muchos colores como, por ejemplo, las de tipo étnico.
- Para estilos clásicos, lo mejor son los modelos sobrios y de colores neutros.