Tener una vivienda es tener una responsabilidad. No se trata solo de que gracias a ella tengamos un lugar en el que dormir, comer y vivir, sino que también es una fuente importante de preocupaciones a las que prestar atención. Desde el hecho de tener que pagar una factura de la luz hasta comprobar que las puertas se quedan cerradas cuando no estamos, todo ello debe ser previsto.
Sin embargo, hay una circunstancia que debe preocuparnos por encima del resto. La seguridad en el hogar es vital para no llevarnos desagradables sorpresas. Hay muchas cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de mantener un hogar seguro porque de lo contrario nuestra vivienda podría ser blanco fácil de ladrones, timadores y peligros externos variados.
Por ello, en primer lugar, una casa debe ser segura a nivel de instalaciones. En este sentido nos referimos sobre todo a evitar que con una infraestructura deficiente se esté dando pie a que la vivienda pueda ser pasto de las llamas o contar los días por inundaciones acaecidas por una mala conexión sanitaria. Tener una buena instalación de luz y de agua debe ser primordial, no debe dejarse al azar.
Una mala instalación de luz sucede cuando la potencia contratada es inferior a la que necesita la vivienda provocando continuos cortes de luz. Sucede cuando los enchufes no están bien instalados y pueden provocar desperfectos en los electrodomésticos, así como provocar pequeños accidentes en el hogar por culpa de chispazos. Contar con una buena instalación de electricidad es clave para evitar estos sustos.
Algo similar sucede con la instalación del agua y del gas. En el segundo caso es raro que haya una instalación defectuosa porque si la casa se encuentra en un bloque de pisos, esta se habrá instalado de forma similar en todas las viviendas y siguiendo unos criterios de seguridad. Pero puede suceder que la instalación del agua, ya sea por los sanitarios o por tuberías obstruidas, provoquen desperfectos en la vivienda. Controlar este hecho también es mantener un buen nivel de seguridad en el hogar.
Yendo a lo que suele preocupar a las personas, los robos, los timos o la pérdida de objetos de valor, pueden y han de ser controlados si estamos en nuestra propia casa. Para ello, basta con seguir una serie de consejos y recomendaciones que harán de la seguridad en la vivienda un hecho fácil de controlar.
Para empezar, si nuestra casa se encuentra en un lugar especialmente vulnerable a los robos o creemos que no cuenta con la seguridad propia suficiente, un buen sistema de alarma o de detección de intrusos solventa rápidamente este problema. Al contar con modo de disuadir o detectar a quienes quieren robar en una vivienda, lo que haremos será mandar un aviso a este tipo de delincuentes. Normalmente las empresas de seguridad suelen instalar señuelos o carteles que indican que la vivienda está protegida, disuadiendo así a los potenciales ladrones.
Pero hay consejos tan sencillos de aplicar como efectivos en su puesta en marcha. Ese es el caso, por ejemplo, de mantener cerrada la puerta de casa cuando no estamos en ella. Es decir, cerrar con llave. Hay que tener en cuenta que la puerta de una vivienda es, lógicamente, la primera opción de entrada de aquellas personas que quieran robar en el interior de la casa. Mantenerla bien protegida y contando con sistemas de seguridad pasivos como el blindaje de la puerta, es un método fácil y sencillo para proteger el hogar desde la misma puerta.
Además de las puertas, las ventanas también son unas de las partes más vulnerables de una vivienda. Sobre todo, en aquellas que son unifamiliares o cuyo piso se encuentra en el bajo o las primeras plantas. De ahí que resulte capital mantener un buen cierre de las mismas para evitar a toda costa que puedan ser abiertas con cierta facilidad desde el exterior. Un sistema interior para su cierre que imposibilite que sea abierta desde fuera, permitirá que los ladrones o cacos no puedan acceder fácilmente a la casa por esta vía.
Hay otros modos de mantener la vivienda segura ante los ataques externos. Uno de ellos es activo y debe ser el propietario o inquilino quien lo lleve a cabo. Cuando recibimos una visita de alguien desconocido que quiere vendernos algún producto o que quiere echarle un vistazo a alguna instalación del hogar (tipo eléctrica o de gas), hemos de cerciorarnos que la persona pertenece a la entidad que dice pertenecer y no permitirle el acceso en caso contrario.
No solo eso, en el caso de que seamos arrendadores de una vivienda, que compartamos piso siendo nosotros los propietarios o que haya personas trabajando en él, hay que tener en cuenta que no deben tener llave de la casa una vez acabe su relación con la misma. Como no siempre es seguro que esta circunstancia se producirá, resulta útil cambiar la cerradura en estos casos.
Para finalizar, la seguridad del hogar es una cuestión que va ligada al sentido común. Es decir, si queremos tener nuestra vivienda protegida, evitemos exponer si situación al resto. De modo que si decidimos contar que nos vamos de vacaciones o compartimos información sobre lo que tenemos en nuestro inmueble en redes sociales, estaremos dejando pistas a los potenciales delincuentes de que nuestra vivienda es un buen lugar para robar. Cabe por lo tanto utilizar la lógica y evitar el acceso involuntario de intrusos.