Los radiadores son unos invitados de piedra en todas las casas que pasan la mayor parte del año desapercibidos pero que estos días se han vuelto imprescindibles.
El frío les ha devuelto el protagonismo y quizás has reparado que necesitan una puesta a punto. Aquí te ofrecemos unos consejos para dejarlos como nuevos.
Lo primero es aprovechar un momento que estén fríos para darles una buena limpieza. Lo recomendable es realizar esta tarea todos los meses para que no acumule la suciedad en los rincones que esconden. Para llevar a cabo esta tarea lo ideal es que utilices una aspiradora, pistola de aire o un simple plumero.
Una vez quitado el polvo con un paño con jabón y agua tibia procede a limpiarlo de forma meticulosa para que quede impoluto. Si es necesario añade amoniaco al agua para una limpieza más profunda.
Si el óxido ha hecho mella será necesaria una mano de pintura. Una vez limpios lija la zona estropeada, bien con una lijadora eléctrica o a mano. El siguiente paso es aplicar la pintura, recuerda siempre que el radiador esté completamente frio.
En los establecimientos especializados te recomendarán la pintura o imprimación adecuada según la antigüedad del radiador. El tipo de pintura que has de usar es un esmalte acrílico especial que resista el calor, tanto en radiadores de aluminio previamente lijados como en los de hierro fundido (o chapa galvanizada) que hayas sellado con imprimación.
Lo ideal es aplicar siempre dos manos de pintura, dejando secar el tiempo indicado por el fabricante.
Si vas a pintar todo el radiador échale un vistazo a la carta de colores porque puedes aprovechar para darle un aire completamente nuevo acorde al estilo de tu casa. Convierte a los radiadores en unos aliados de la decoración de tu hogar.