El tapizado capitoné es otro de esos elementos clásicos que no pasan de moda. Elegante, sofisticado y sencillo, fue creado para dar un toque de distinción y elegancia que ha conservado con el paso del tiempo.
Es una de las señas características del sofá inglés Chesterfield, aunque ha demostrado su versatilidad también en sillones, sillas, banquetas, cojines, cabeceros y por qué no, mesas de centro. Y a su vez ha ido incorporando diferentes texturas, colores y tejidos novedosos aportando calidez, modernidad o trasgresión, según el caso.
Se caracteriza por su volumen acolchado, con o sin botones cosidos de forma geométrica. Puede llevar o no marco pero es constante su aspecto mullido lo hace acogedor y fácilmente combinable con cualquier decoración. Ya sea apostando por la sobriedad en tonos neutros o de forma más rompedora, en tonos intensos o saturados.
El cuero o la piel es el material más tradicional, pero también se buscan los terciopelos , el algodón o tejidos con efecto desgastado para ambientes vintage, chic o incluso industrial. Optar por uno de segunda mano puede ser una buena inversión aunque en el mercado se encuentran a la venta piezas muy variadas, distintas versiones del tapizado original y a precios bastante asequibles.
Y si lo nuestro es el DIY una forma económica y sencilla de hacernos con un capitoné es ponernos manos a la obra y probar nuestra maña como tapiceros. En Internet encontremos muchos tutoriales en los que se explica paso a paso cómo elaborarlo. Tan solo hace falta una tabla de madera, guata, espuma de foam, grapas, aguja e hilo fuerte, y por supuesto un poco de tiempo y paciencia.
(Fotos vía decoración.facilisimo.com; Pinterest)