Aunque su nombre denote molestia o cansancio entre signos de exclamación ¡puf!, nada que ver con la realidad. Muy al contrario son prácticamente sinónimo de comodidad. Por puf se denomina a los asientos bajos, blandos, sin respaldo, brazos ni patas.
Una pieza hecha para descansar, recostarse y relajarse que surgió en forma de almohadón pero que ha ido cobrando presentaciones y tamaños diversos con el denominador común de su versatilidad.
Son un complemento decorativo y práctico que podremos adaptar a cualquier lugar de la casa. Aunque su función principal es la de silla, hay modelos polivalentes en forma de mesa, cama, reposapiés o útil contenedor de almacenaje con tapa abatible.
Siempre estarán ahí cuando necesitemos de ellos en caso de que vengan invitados sin quitarnos espacio, ya que se pueden colocar en un pequeño rincón o bajo una mesa. En el dormitorio, salón, baño, cuarto de juguetes…los encontraremos en originales diseños especialmente divertidos en los más infantiles, y de materiales preparados tanto para interior como exterior, elaborados con la finalidad de adaptarse al cuerpo.
Dependerá de nuestros gustos y necesidades elegir el más adecuado en armonía con el resto del ambiente. De piel, sintéticos, de líneas sobrias, elegantes, de estilo marroquí, insólitos, gigantes, modulares…ofrecen funcionalidad, dinamismo y un toque de modernidad por igual. Así como numerosas posibilidades de combinarlos.
Y por supuesto muchas opciones de hacerlos por nosotros mismos si lo nuestro es el DIY. Con camisetas viejas, con un neumático, de cuerda, ganchillo o punto, con botellas de plástico…Ya sean exclusivos, reciclados, contemporáneos o rústicos son mucho más que un sillón cualquiera, suponen una verdadera bocanada de comodidad.
(Fotos vía puffymas.es; Green Furniture Sweden;Cactus Stool;Fatboy Outdoor)