Junto a los cuadros, las fotografías suponen un elemento decorativo por excelencia. Es una costumbre utilizar estos recuerdos gráficos en cualquier estancia para que nos hagan sentir bien, para tener presentes estos momentos inolvidables. Estas instantáneas dan vida y personalidad a nuestro hogar, sin embargo a veces el continente puede superar al contenido como en este caso. Es decir, el propio marco por sí solo puede cumplir la misma función decorativa.
Los marcos son un complemento más, pero elegidos y combinados con originalidad e imaginación cobrarán protagonismo por sí mismos, haciéndonos olvidar su vacío. Sus distintos tamaños, formas, estilos, y colores, marcarán la diferencia (nunca mejor dicho), creando un espacio único y particular, elegante, divertido o transgresor.
Dependerá de nosotros su orientación, si preferimos colgarlos en la pared, sobre un mueble o una estantería. En distintas webs de DIY podemos encontrar miles de ideas para hacerlos por nosotros mismos, o para enmarcar distintos objetos dando un resultado de lo más variopinto.
Podemos darle protagonismo mediante una iluminación adecuada o restársela incluyéndolos en una serie, con orden o en aparente desorden creando artísticas figuras con la pared como lienzo.
Una imagen vale más que mil palabras, pero también la ausencia de ella. Es posible sugerir o inspirar de un modo económico, o renovar totalmente una estancia cambiando de posición y lugar los mismos. Manda la creatividad y el efecto que queramos conseguir, cubrir un rincón aburrido, aportarle un aire moderno o bohemio, o contribuir a renovar por completo una habitación de una forma barata.
El exceso siempre es malo, no hay que caer en el error de atestar todas las paredes pero sí permitirnos licencias y sorprender dando un toque distinto que además es tendencia. Rescatar aquellos viejos marcos olvidados en algún cajón, juntarlos y dejar que contrasten entre sí, nos dará un resultado mucho mayor y mejor que si los colocáramos en solitario.